Es fácil confundir la inacción con falta de dirección.
Puede que sepas cada detalle de lo que debes hacer…
Pero sin embargo, te sientes sin rumbo ni dirección.
La inacción se camufla, se lava las manos y le echa la culpa a la falta de orientación o dirección…
Incluso, en el caso de no tener dirección ni rumbo, el simple hecho de actuar, de moverse te ofrece experiencia y oportunidades inesperadas…
Aunque no sepas a dónde te diriges, ten la confianza suficiente para creer en el camino que vas labrando con cada paso y acción que tomas.
Y sobre todo, priorizar tu juicio. Porque nadie por más inteligente o experto, sabe lo que más te conviene tomando en cuenta tus habilidades y motivaciones…
Solo tú tienes esa capacidad, respetala y síguela sin prejuicio ni dudas, pero sin invalidar las guías y directrices externas.
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